lunes, 7 de abril de 2014

LO QUE ENCONTRÉ BAJO EL SOFÁ

Eloy Moreno
(Barcelona: Espasa, 2013)

Lo que encontré debajo del sofá es la segunda novela que nos presenta Eloy Moreno después del éxito de su primera obra El bolígrafo de gel verde. Me comentaba el autor su miedo ante las expectativas de esta segunda novela, ese miedo que todos tenemos cuando nos ha sonreído el éxito y no sabemos si seremos capaces de estar a la altura en nuestros siguientes trabajos. He de decir que, para mi gusto, Eloy, te has superado.
Como en su novela anterior, el autor encara la realidad presente para profundizar en su análisis a través de sus personajes. Ya comenté en la entrada que dediqué a su anterior obra que me parecía un acto de valentía el escribir una novela realista en los tiempos que corren. En un momento de crisis en que se vende la evasión (histórica, terror, detectivesca o erótica) que permite al lector alejarse de una sociedad que apesta a golpe de noticiario, Eloy decide sumejirse en el fango para descomponerlo y analizarlo a través de unos personajes reales y verosímiles que están inmersos en el mismo universo que nosotros mismos.
Nos apunta la portada “La novela de una generación indignada”. Yo diría más, “de una sociedad indignada”. Para mí, este valor supone un poco de esperanza. Creo que hasta que no somos capaces de mirarnos al espejo, no nos ponemos en el camino de la regeneración y eso es algo que todos necesitamos si queremos que nuestros hijos no paguen nuestras culpas. A veces, la culpabilidad no está en la acción misma, sino en el consentimiento, en la connivencia. Y hay silencios más culpables que los actos.
Con una trama sencilla e intrigante, nos sumerge en este mundo de contradicciones que vivimos a través de una profesora de instituto y un policía. Los temas, planteamientos, acciones y desenlaces, no nos pueden hacer sino reflexionar sobre lo que estamos viviendo como algo cotidiano inevitable (?). En cierta ocasión criticaron a Stendhal la crudeza de su realismo literario, el que sus personajes mostraran lo peor de la sociedad; él respondió sin inmutarse que el novelista es alguien que se pasea por el camino con un espejo bajo el brazo, “si no os gusta lo que veis reflejado en el espejo, es cuestión de que limpiéis el camino”. No voy a desvelaros mucho más porque quiero que leáis la obra. La recomiendo vivamente. Solo añadir que creo, Eloy, que Toledo te debería hacer hijo predilecto porque, libro en mano, dan ganas de volver a Zocodover y perderse por el entresijo de las calles de aquella ciudad maravillosa.

José Carlos Aranda, profesor de Lengua y Literatura

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