lunes, 10 de mayo de 2010

SEÑORA DE ROJO SOBRE FONDO GRIS

de Miguel Delibes. Ed. Destino

Argumento:

“Señora de rojo sobre fondo gris ”es un cuadro pintado por García Elvira. García Elvira es un personaje del libro, pintor exiliado ya de regreso en España. Su protagonismo en la historia alcanza hasta aquí: autor del retrato de Ana. El marido de Ana siente celos del cuadro. Ahora que la inspiración ha desaparecido y que Ana ha muerto, escribe su hija la historia de ellos en común, la degradación de ella sumida en la enfermedad, su falta de creatividad, su impotencia y desesperación. No hay secreto, no hay enigma que haya que buscar más allá de este acontecimiento.

“Señora de rojo sobre fondo gris” es un texto de Miguel Delibes. Es también un cuadro, un cuadro literario, un retrato, un homenaje –casi una hagiografía- hecho por el fallecimiento de su propia mujer.. Parece decir:”Deseo decirte te quiero y no es bastante. Pude decírtelo y no encontré la oportunidad, no me atreví. Tú has sido mi única necesidad. Tenía que ser valiente y no supe inventarme la valentía. Busqué los consuelos que en estos casos se buscan. Me aferré a los diagnósticos que los médicos apuntaban: reuma, artrosis, artritis, anemia… La cada vez más acusada parálisis del brazo era un síntoma pasajero que el tratamiento adecuado paliaría. El diagnóstico final nombra lo que no se quiere admitir. Un tumor cerebral ha terminado con tu vida… y con la mía. Ana ha muerto y con ella también yo”

Está todo dicho ya en la primera página. Un único acontecimiento atraviesa el texto, se repite, reitera, mudo y presente en cada frase, en cada párrafo, del principio al final. Repite como repite el trauma atravesando el lenguaje. No hay trama, no hay desarrollo, introducción, nudo, desenlace. No hay secreto por descubrir. El final hace un círculo con el inicio y el escritor, y el personaje que escribe, están amarrados al acontecimiento. Ella no está y se ha marchado el ángel con ella. Más de una vez leemos: “Cuando pinto he sido el brazo ejecutor de algo o de alguien que pintaba a través de mí. Con ella se ha ido el ángel que pintaba en mí; ella era el ángel que obraba el milagro”.

Opinión:

Si la belleza es la eternidad en un instante, ese instante puede ser 132 páginas y varios días de lectura. Se asoma por todos los resquicios mientras se anuda a lo siniestro. Lo mismo se repite, el acontecimiento reitera provocando nuevas palabras, nuevas frases, nuevas conversaciones, siendo el mismo devenir del lenguaje.
No sobra ni un solo signo en la narración de esta degradación: la del arte y la de la vida. Todo está dicho desde la primera página: “ mantener en sangre una dosis de alcohol que te imbuya la impresión de que participas en la vida, de que la vida no pasa sobre el hoyo en el que te pudres sin advertir que existes”
Javier Agustín Pérez Alonso. ( Profesor de Filosofía)

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