lunes, 10 de mayo de 2010

SAN MANUEL BUENO, MÁRTIR

de Miguel de Unamuno. Ed. Anaya didáctica

Argumento:


El libro cuenta, a través de la figura de Ángela Carballino, la vida de Don Manuel Bueno, un párroco de un humilde pueblo perdido en el interior de España. Aparentemente, es un católico en toda regla, capaz de alimentar el fervor religioso de sus feligreses y de consolar y apaciguar toda duda de fe que se les presente. Sus buenas acciones y su modestia hacen de él toda una personalidad en su pueblo e incluso fuera de él. Pero algo hacía intuir a Ángela que, detrás de toda esa apacible santidad, se esconde un oscuro secreto.

Será Lázaro, el hermano de Ángela recién venido del mundo progresista, el que descubrirá la tragedia de Don Manuel. El párroco, ante el rechazo que muestra el recién llegado, se verá preparado para revelarle su tormento: es incapaz de creer en algo que no sea el mundo terrenal, no tiene fe y la angustia de ver negada la inmortalidad le persigue. Sin embargo, aviva la fe de su pueblo porque así serán felices y, por otra parte, hace de esta misión una ocupación que palia débilmente su existencialismo.

Así, Ángela conocerá el secreto a través de su hermano, que se convierte en el discípulo más fiel del cura y abandona todo rastro de idea progresista. Don Manuel morirá rodeado de un pueblo que lo idolatra y siempre torturado por la duda. Lázaro continuará su labor hasta morir en las mismas condiciones existencialistas. La narradora se verá entonces sola, rodeada de dudas sobre la vida, Dios, y un pueblo al que, según concluye, ha de dedicarse en cuerpo y alma.

Opinión:

Esta “nivola” de Unamuno es un reflejo de todo su mundo interior, sus preguntas sin respuesta, su miedo. El párroco no es sino la representación de él mismo, un personaje rodeado de contradicciones, el cual, a pesar de querer creer con todas su fuerzas, no puede. La razón le niega a Dios y su obsesión por la inmortalidad negada crece cuanto más piensa. Por esta razón solo le queda una salida: dedicarse a su pueblo. Esta actividad le hará, por un lado contentar a una comunidad ingenua para que no sufran de la misma manera que él y, por otro, apartar de sus pensamientos por unos instantes la duda. Los personajes y el entorno rural son una representación de las circunstancias internas del autor.

Así pues, el libro es pura literatura existencialista en el que se intuyen rastros de las nuevas corrientes filosóficas posthegelianas. Critica la defensa de la revolución de Marx pero asume como positiva la afirmación “La religión es el opio del pueblo”. También critica el vitalismo de Nietzsche, ya que “la muerte de Dios” en Unamuno no es una afirmación de la vida, sino casi una muerte en vida. Una vida perseguida por la angustia que conduce al protagonista incluso a pensar en el suicidio.

Unamuno también hace una propuesta de una sociedad tradicional en la que la religión es el lazo de la ignorancia que los une a todos en una comunidad feliz, bondadosa y fraternal. Los desdichados a los que la razón traiciona, como Don Manuel o Lázaro, son los guías de un rebaño que cree llegar a un prado ideal, que en realidad no existe. Los pastores en encargan de animar a la ovejas, sabiendo que al final del camino no hay nada y sin poder revelar la verdad a los alegres animales. La entrada en el mundo progresista supondría derribar los muros del edificio social construido por la religión.
Esta concepción de la sociedad me parece dura y triste. Creo que la religión no es el único punto de unión de un pueblo y que existen otros que no estén basados en el más allá. Pero, como ya he comentado, eso sería una filosofía vitalista que el autor niega absolutamente.

Toda esta filosofía condensada en tan pocas páginas hacen que la lectura reflexiva de la historia resulte enriquecedora, sobretodo a nivel personal. Es interesante ver plasmado todo ese miedo de forma tan concisa y clara, a pesar de toda la simbología que rodea la novela. Por esa razón recomiendo el libro a todo aquel que haya dudado de Dios o de su propia existencia. Aunque la lectura y opinión que pueda hacer una persona con fe constatada puede ser también interesante.

San Manuel Bueno, mártir, no es una lectura que propondría como obligatoria, ya que creo que el tema central toca de forma diferente a cada persona según su religión o su pensamiento. Por eso es un libro que cada uno debería leer por iniciativa propia porque para sacarle el máximo partido, hay que estar interesado en el tema.

En cuanto a mi opinión, creo que la mayor parte de nosotros estamos condenados a pasar a lo largo de nuestras vidas por un periodo de reflexión sobre el devenir irracional de nuestra existencia. Esto puede suceder en cualquier momento, la duda llega por sorpresa. Pero cuando llega, puede dejar una leve huella anecdótica o calar profundamente nuestro pensamiento. Si esta segunda opción se nos plantea, nuestra condición será completamente unamuniana y, entonces, solo un entretenimiento conciliador (el trabajo, el amor…) nos hará aparcar transitoriamente el miedo existencial que nos atosiga.
María Cumplido Cabello 2º Bach B
SEGUNDA OPINIÓN:
Quizás sea conveniente comenzar aclarando que, siendo yo católica, es posible que mi punto de vista no resulte objetivo; sin embargo, me esforzaré en dar un enfoque ecuánime al planteamiento.
El tópico principal tratado en la novela es el conflicto existencial del protagonista, causado por su duda de fe. Don Manuel es un fiel reflejo de la situación espiritual de su autor: don Miguel de Unamuno quien, en un principio fue un ferviente católico pero, poco a poco, transformó su fe en un ateísmo angustioso, pues, aunque racionalmente rechazaba la existencia de una divinidad, su espíritu la deseaba. Esto lleva al autor, y a su personaje, a la angustia y a la desesperación.
Este tema será muy tratado entre los componentes de la Generación del 98, como Machado (“siempre buscando a Dios entre la niebla…”) y Baroja, que siempre fue ateo. Este y otros temas surgen al final del s.XX, debido al cúmulo de desgracias nacionales que tienen lugar en esta época y que les hacen replantearse sus convicciones más arraigadas.

En la actualidad, el número de personas que se consideran practicantes de una religión, ha disminuido notablemente en España y, en general, en todo el mundo. En mi opinión, se debe a dos razones (nos centraremos en el catolicismo):
1º Por comodidad: Resulta muy difícil vivir conforme a las enseñanzas de la religión católica: ama a tu enemigo, perdónalo,… resulta más fácil dejarse llevar por las pasiones y desahogar nuestros impulsos e instintos. Por otro lado, en estos tiempos se ha alcanzado un grado tal de perfección técnica y tecnológica que muchos de nosotros, en un acto de insufrible soberbia, declaramos con orgullo ser autosuficientes (podemos establecer un paralelismo entre la sociedad de la Generación del 98 y la nuestra: mientras aquella era una sociedad azotada, fundamentalmente, por las desgracias nacionales, esta es una sociedad impulsada por el progreso en todos los aspectos, pero en especial, el científico.)También están los que creen tenerlo todo: estabilidad económica, social,.. Para todos ellos, Dios no es imprescindible en sus vidas, más bien es innecesario, e incluso un estorbo ¿amor al prójimo, al enemigo, sacrificio,…? Apartemos todo esto, nos bastamos solos. Un buen ejemplo sería la eliminación de símbolos cristianos en lugares públicos, colegios, hospitales,…tema de gran actualidad en nuestro país.
2º Por racionalidad: En este grupo podríamos incluir al personaje de la novela y, por tanto, a su autor. A lo largo de la historia se han dado explicaciones racionales que podrían considerarse válidas para negar la existencia de Dios. Sirva de ejemplo la teoría de Marx, quien consideraba la religión “el opio del pueblo”, un recurso adictivo para mantener controladas a las masas. También podemos nombrar a Feuerbach: Dios era una invención del hombre, éste había otorgado su esencia, llevada a la perfección, a un ser imaginario. De este modo, la persona enajena lo que le es propio, su ser. Personalmente me he cuestionado también la existencia de Dios en numerosas ocasiones: si Dios es omnisciente y omnipotente, sabe todo lo que se hizo, lo que se hace y lo que se hará. Por lo que cabe hacerse esta pregunta: ¿Nos controla Dios? ¿No somos libres de tomar nuestras decisiones? Esto nos lleva a pensar que, hagamos lo que hagamos, siempre estamos destinados a actuar de una manera determinada, meditada y dispuesta de antemano por un ser superior. Este determinismo ¿No causa tristeza, desesperación, angustia? ¿Qué sentido tiene la vida, pues? ¿Es, como decía Machado: “tanto penar para luego morirse uno”? ¿Es posible que sólo vivamos para sufrir? ¿Qué existencia es ésta?

Me dispongo, ante tanta desolación descrita, a rebatir muy brevemente las razones expuestas anteriormente. Aquellos que se consideran satisfechos con lo que tienen y no creen necesitar nada más ¿son realmente felices? ¿Encuentran sentido a su vida poniendo como centro de ésta la amistad, el dinero, salud,…? De aquí surgen muchas de las personales de hoy día, vidas vacías, porque se vive según un ideal, muchas veces material, que es caduco y en el que no se puede tener confianza plena por ser imperfecto. Por otra parte, ¿no es sobrecogedor la perfección de la Naturaleza, a nivel macro y microscópico? Nada está en desorden, todo en un perfecto equilibrio. Si el hombre es un ser imperfecto (él mismo perjudica a la Naturaleza), es absurdo pensar que todo haya sido originado por el hombre, así como es igualmente absurdo pensar que todo es fruto de la casualidad. En relación con la libertad humana, Dios no la quita, muy al contrario, da absoluta libertad al hombre para eligir por sí mismo, incluso el creer o no creer en Él es decisión nuestra: la omnipotencia no parece estar reñida con la libertad individual.
Podría seguir dando razones, pero sólo haré una última reflexión. Al igual que muchos filósofos de la Edad Media (Santo Tomás de Aquino, San Agustín de Hipona,…) pienso que hay que armonizar fe y razón. Pienso que la religión es, entre otras cosas, el perfecto equilibrio entre fe y razón en la misma proporción. La fe es necesaria para no caer en el escepticismo más absoluto, la fe es la que da respuesta a las preguntas fundamentales del Ser Humano: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? La razón es igualmente necesaria, pues con ella evitamos caer en el fanatismo que produce una fe incontrolada, que no llevan a explicaciones satisfactorias de nuestra realidad.

Tal vez, el error de don Manuel, así como el de Unamuno, Machado, Baroja,… fuera centrarse en el conflicto fe-razón: usar la razón en exceso, a la vista de la situación que les rodeaba, y hacerse preguntas a las que pretendían contestar por éste medio, cuando para darles respuestas, era necesario recurrir a la fe.

Almudena Palomino (Alumna de 2º de Bachillerato A)


TERCERA OPINIÓN

San Manuel Bueno, mártir es la obra más representativa de Miguel de Unamuno, escritor de la Generación del 98.
El tema principal de la obra es la falta de fe de don Manuel, protagonista de la obra. La novela trata sobre la fe y la inmortalidad junto con dos temas importantes: el dilema entre la verdad dolorosa y la felicidad ilusoria, y la abnegación y el amor al prójimo como actitud vital.
Los personajes más importantes de la novela son, por supuesto, don Manuel, que es el protagonista; Ángela, narradora de la historia; Lázaro, hermano de Ángela, representa esa mentira piadosa para mantener al pueblo feliz, ya que a pesar de tener un pensamiento totalmente racionalista, decide seguir los pasos del cura; y por último Blasillo, que es el bobo del pueblo y representa la conciencia de don Manuel.
A pesar de que el estilo de la novela es sencillo, sobrio y fácil de entender, la obra está llena de símbolos. Los nombres de los personajes hacen referencia a su personalidad y su papel en la obra, pero los símbolos más importantes son: el lago, que simboliza la duda; la montaña, que representa la fe del pueblo; y la nieve, que significa la fe.
Quizá el tema de la pérdida de fe y la relación entre Dios y los hombres esté pasada de moda hoy en día, o por lo menos, eso creo yo. Pero la utilización de una mentira piadosa para ocultar una verdad dolorosa y mantener a alguna o algunas personas con una felicidad ilusoria, todavía se sigue utilizando. En el libro aparece una frase que dice que “la religión es opio para el pueblo”. Personalmente estoy de acuerdo con esta afirmación, ya que la religión es una creación del ser humano para satisfacer la necesidad de creer en algo superior y poder vivir tranquilos pensando que nos espera algo mejor.
Un ejemplo de una felicidad ilusoria actual, es la creencia de los niños en los Reyes Magos. Sus padres les ocultan la verdad para que el niño siga con una ilusión y una felicidad propia de la inocencia y el desconocimiento.
Otro tema a resaltar es la dedicación del cura al pueblo, vivía para hacer feliz a los demás, ya que él no lo era. Hoy en día vivimos en una sociedad individualista y algo egoísta, por eso cada vez es más difícil encontrar a personas cuya dedicación sea ayudar al prójimo. Todos somos solidarios de vez en cuando, también ayudamos a las personas que queremos, pero casi siempre lo hacemos con un fin propio o simplemente para justificar alguna actitud o sentirnos bien con nuestra conciencia. Miramos siempre por nosotros mismos y no por los demás.
Finalmente, como opinión personal, leer esta novela ha sido satisfactorio, ya que es diferente a las que suelo leer. No tiene una historia tan entretenida y de aventuras como a las que estoy acostumbrada, pero tiene un tema de fondo que te hace reflexionar, y más aún si lo enmarcamos en la época del autor. Podría decir que ha sido una experiencia literaria nueva
Andrea Bárcena Pasamontes(2º Bachillerato B)

CUARTA OPINIÓN:

La obra de Miguel de Unamuno destaca por ser referente en la época, del sentimiento general del país y en particular de sus propios sentimientos y preocupaciones (preocupaciones existenciales).

El personaje de Don Manuel simboliza, sin lugar a duda, la crisis ideológica y espiritual que sufría Unamuno.
Para Don Manuel la razón de su existencia, lo que da sentido a su vida, es la abnegación por su pueblo, al que como el mismo dice “mantiene en la ignorancia dándole opio”.
Esto es, Don Manuel ha racionalizado la fe y ha llegado a la conclusión de que no hay un mas allá, ni un cielo (bendición), ni una condena (infierno), que vida es una, es terrenal y hay que vivirla.
Teniendo esto en cuenta el personaje es infeliz pues no encuentra esa guía espiritual que ofrece la religión y la fe. Por una parte, buscando evadirse del tormento que vive Don Manuel se dedica por completo a su pueblo; con esto busca dos fines, el primero y principal es su propia felicidad, pues solo con esa devoción, con esa obligación moral, consigue consolarse; y el segundo fin, conociendo el hecho de que la vida es una y hay que vivirla, es que desea que su pueblo no se cuestione la fe, la misma que los mantiene felices. Es por eso que alimenta su ignorancia pero a sabiendas de que les ayuda a disfrutar de esta vida finita y terrenal.
Así, mediante su personaje, Unamuno refleja su propia crisis existencial; es él mismo el que se ha cuestionado la fe, es él mismo quien “busca a Dios ente la niebla” como Machado y es él mismo, el que comprometido con un pueblo, el pueblo español, defiende su idiosincrasia frente a Europa, su acerbo cultural y religioso, a pesar de su falta de fe.

Personalmente, me resultó curioso que la obra apareciese reflejada fuera de unas coordenadas espacio-temporales reales, una época no concreta y un espacio ficticio.

Aunque por el contexto podamos extraer que se sitúa en un pueblo cualquiera de la geografía española, la aldea de Valverde de Lucerna es más un símbolo, una ensoñación de Unamuno en la que la fe se encuentra resguardada de toda influencia externa que pueda corromperla, aunque sea en su propio interior (en la persona de Don Manuel) la carencia de fe el motor de la misma.

Otro aspecto destacable de la novela es la redacción clara, sin gran ornamentación ni léxico complicado que ayuda al lector a creer que forma parte de unas memorias reales escritas por una muchacha a lo largo de su vida.
Cabe también destacar el papel del editor que encuentra las memorias y las transcribe aportando su opinión al respecto sobre la realidad de los mismos personajes, de la importancia y significado que tienen sus nombres, así como el papel determinante de Ángela en la forma de transmitir lo ocurrido, condicionada por sus propios sentimientos.

Por último, quiero señalar la importancia literaria de esta novela que se atreve a reflejar la falta de fe y la crisis espiritual de un párroco en la primera mitad de siglo XX, en un contexto social dominado por la Iglesia, que podría ver esta obra como un ataque frontal más que como una reflexión y reflejo de la importancia de la fe en la existencia humana,
entendida por Unamuno casi como una obsesión, esencia de la temática existencialista de la Generación del 98.

Ismael Barberán (Alumno de 2º de Bachillarato A)


QUINTA OPINIÓN :

La novela de san Manuel bueno mártir fue escrita por Unamuno, natural de Bilbao. Unamuno era un hombre antiprogresista ya que no creía que la ciencia pudiera resolver el mayor problema del hombre, que era la existencia de Dios o del mas allá.
En la novela aparecen temas de la literatura del siglo xx como la inmortalidad, el existencialismo, y la fe.
La novela gira en torno al problema de los conflictos religiosos y existenciales.
Otro tema tratado es la solidaridad y los sentimientos de san Manuel hacia su pueblo. San Manuel era una persona admirable, que dedica su vida para la felicidad de su pueblo, incluso finge por él, porque el pueblo necesita creer, tener esperanza para seguir adelante; por eso, san Manuel finge creer, por el bien de los demás.
Esos mismos sentimientos los tiene el pueblo hacia san Manuel, todos lo adoraban.
La novela tiene muchos símbolos, los mas representativos son la montaña y el lago de Valverde de lucerna.
Cuando nieva ,sobre la montaña, la nieve se queda sólida y compacta , como la fe del pueblo; la nieve que cae sabre el lago se derrite, es débil representa la fe de san Manuel.
El la novela se aprecia cómo Unamuno deposita sus inquietudes en san Manuel. A Unamuno, la razón no le dejaba creer pero necesitaba creer, igual que le ocurría a Machado que buscaba a Dios entre la niebla.
Unamuno también refleja en san Manuel el problema de la personalidad.
La obra está llena de duda, angustia, y desconocimiento, por lo que se caracterizaba el siglo xx.
En cuanto al vocabulario, es sencillo, fácil de leer y entender.
La narradora es la propia Ángela Carbanillo, hay mucha descripción del pueblo, de san Manuel, también hay bastantes diálogos.
e parece una historia muy bonita porque hay muchos sentimientos, y la labor de san Manuel es admirable. En definitiva, su labor como párroco consistía en mantener la fe, que él no tenía, en el pueblo, ya que éste necesitaba tener fe para hacer una vida más llevadera. Como decía Marx, la religión es el opio del pueblo.
África Álvarez ( Alumna de 2º de Bachillerato A)


SEXTA OPINION:

En esta obra podríamos destacar aspectos que llaman la atención y que tienen cierto sentido en la obra y que son muy interesantes de nombrar. Valverde de Lucerna según aclara el libro, es un nombre simbólico que hace referencia a la villa inundada bajo el lago de Sanabria. A veces, Unamuno lo utiliza como símbolo de la angustia de san Manuel, ahogada; sin embargo, también simboliza la quietud, el antiprogresismo y tradición del pueblo que está aislado de todo cambio, por lo que es idealizado.
Los personajes son totalmente simbólicos y representan mentalidades o personalidades. Don Manuel representa la angustia por la racionalización de la fe, que lleva al descreimiento a pesar de querer tener fe religiosa. Ángela es antagónica al cura, tiene una fe sólida que la hace feliz. Lázaro representa la mentalidad progresista y anticatólica que pretende la europeización de España, pero que espiritualizado por don Manuel cambia de opinión representando la búsqueda del alma española y el intento de españolizar Europa .
Resalta también una de las características de la generación del 98, como es el tema de la intrahistoria, Unamuno como noventayochista muestra las características y la historia de las vidas cotidianas de las gentes de este pueblo totalmente tradicional.
Por último, podemos resaltar la influencia de Calderón y la identificación que hay entre san Manuel y Jesucristo. Unamuno llega a citar a Calderón en su novela y toma de éste la visión de la vida y el mundo que defienden que lo peor que el hombre ha hecho, fue nacer y plantea que debemos vivir para consolarnos de haber nacido. El consuelo que aquí plantea Unamuno es la religión (opio para el pueblo) como consuelo, motivo por el cual don Manuel mantiene en el engaño a todo el pueblo para que sea feliz.
En mi opinión, es una gran novela de contenido existencialista como obra de la generación del 98 que es. Aparentemente no es atractiva viendo de lo que se habla, la vida de un santo. Pero conforme nos adentramos en la historia, a pesar de rondar siempre la misma historia, es interesante la temática que trata, un tanto atípica, como es el descreimiento y la falta de fe de un santo. Conforme avanzamos ,también esta obra nos va haciendo pensar y nos pone en el pellejo de san Manuel, en lo que puede estar pensando para actuar de esa forma. Más interesante resulta la lectura de este libro tras haber estudiado temas relacionados con los que trata la obra, y no hablo solamente del ámbito de la literatura, sino de la historia y de cómo ha ido avanzando la sociedad Española. A esto podemos añadir que es un claro ejemplo que demuestra que una buena novela no necesita ser escrita en miles de páginas, esta es una novela que con poco más de cien páginas ha conseguido ser, en mi opinión, una gran novela.
No es una obra de vocabulario muy complejo, salvo excepciones, pero que quedan resueltas con las aclaraciones que da el libro sobre algunos términos coloquiales o símbolos. Finalmente, queda recomendar esta obra, pero debo admitir que sin el previo estudio de la literatura de la generación del 98, y más concretamente de Miguel de Unamuno y su simbología no hubiese comprendido tan profundamente la temática de la obra .

Jose Antonio Morilla Fernández ( 2º de Bachillerato A)


SÉPTIMA OPINIÓN:

Esta obra de Miguel de Unamuno nos presenta dos temas que se distinguen claramente: la fe y la inmortalidad del alma.
El personaje principal, Don Manuel, hace que se nos planteen como un dilema entre la fatal verdad que él esconde y la felicidad y esperanza que da al resto de la gente. Algunos de los temas clave de la obra como la fe y la duda son representados mediante símbolos; el lago representa la duda y la montaña, la fe.

En cuanto a los nombres de los personajes, todos ellos tienen un significado especial. Don Manuel aparece como un mártir, y esto ya se nos muestra en el título de la obra. Además, el nombre, Manuel, tiene un significado bíblico, ya que “Emmanuel” es el nombre hebreo que la Biblia da a Jesús. El personaje de Ángela ejerce de narrador de la obra, convirtiéndose en guardiana del secreto del clérigo. Lázaro, el hermano de Ángela, se convierte, tras un tiempo, en el confesor de Don Manuel y también en su portavoz en todo el pueblo. El último personaje significativo, Blasillo, representa al “tonto del pueblo” y se dedica a pregonar el secreto de Don Manuel (de un modo indirecto) por todo el pueblo.

Desde una perspectiva personal y crítica ,debo reconocer que el dilema sobre la duda de la fe está planteado con gran profundidad e invita bastante a la reflexión personal, al menos a mi parecer. La inclusión de símbolos que representan los temas clave de la obra permite introducirse en la historia y en las reflexiones de Don Manuel. Pienso que en la actualidad no se les presentan este tipo de dudas a los sacerdotes o clérigos, ya que entran al seminario con gran convicción de su fe, al contrario que hace años, que en algunas ocasiones se trataba del único modo de obtener unos estudios o librarse del servicio militar.

Ignacio Álvarez de Sotomayor Posadillo. (Alumno de 2º de Bachillerato B)


OCTAVA OPINIÓN CRÍTICA :

La obra de Miguel de Unamuno destaca por ser referente en la época, del sentimiento general del país y en particular de sus propios sentimientos y preocupaciones (preocupaciones existenciales).

El personaje de Don Manuel simboliza, sin lugar a duda, la crisis ideológica y espiritual que sufría Unamuno.
Para Don Manuel la razón de su existencia, lo que da sentido a su vida, es la abnegación por su pueblo, al que, como él mismo dice, “mantiene en la ignorancia dándole opio”.
Esto es, Don Manuel ha racionalizado la fe y ha llegado a la conclusión de que no hay un mas allá, ni un cielo (bendición), ni una condena (infierno), que vida es una, es terrenal y hay que vivirla.
Teniendo esto en cuenta, el personaje es infeliz pues no encuentra esa guía espiritual que ofrece la religión y la fe. Por una parte, buscando evadirse del tormento que vive Don Manuel se dedica por completo a su pueblo; con esto busca dos fines, el primero y principal es su propia felicidad, pues solo con esa devoción, con esa obligación moral, consigue consolarse; y el segundo fin, conociendo el hecho de que la vida es una y hay que vivirla, es que desea que su pueblo no se cuestione la fe, la misma que los mantiene felices. Es por eso que alimenta su ignorancia pero a sabiendas de que les ayuda a disfrutar de esta vida finita y terrenal.
Así, mediante su personaje, Unamuno refleja su propia crisis existencial; es él mismo el que se ha cuestionado la fe, es él mismo quien “busca a Dios ente la niebla” como Machado y es él mismo, el que comprometido con un pueblo, el pueblo español, defiende su idiosincrasia frente a Europa, su acerbo cultural y religioso, a pesar de su falta de fe.

Personalmente, me resultó curioso que la obra apareciese reflejada fuera de unas coordenadas espacio-temporales reales, una época no concreta y un espacio ficticio.

Aunque por el contexto podamos extraer que se sitúa en un pueblo cualquiera de la geografía española, la aldea de Valverde de Lucerna es más un símbolo, una ensoñación de Unamuno en la que la fe se encuentra resguardada de toda influencia externa que pueda corromperla, aunque sea en su propio interior (en la persona de Don Manuel) la carencia de fe el motor de la misma.

Otro aspecto destacable de la novela es la redacción clara, sin gran ornamentación ni léxico complicado que ayuda al lector a creer que forma parte de unas memorias reales escritas por una muchacha a lo largo de su vida.
Cabe también destacar el papel del editor que encuentra las memorias y las transcribe aportando su opinión al respecto sobre la realidad de los mismos personajes, de la importancia y significado que tienen sus nombres, así como el papel determinante de Ángela en la forma de transmitir lo ocurrido, condicionada por sus propios sentimientos.

Por último, quiero señalar la importancia literaria de esta novela que se atreve a reflejar la falta de fe y la crisis espiritual de un párroco en la primera mitad de siglo XX, en un contexto social dominado por la Iglesia, que podría ver esta obra como un ataque frontal más que como una reflexión y reflejo de la importancia de la fe en la existencia humana,
entendida por Unamuno casi como una obsesión, esencia de la temática existencialista de la Generación del 98.

Francisco Javier Martínez Rodríguez ( Alumno de 2º de Bachillerato A)
NOVENA OPINIÓN:
La obra, escrita en 1930, nos presenta a Ángela Carballino. Ésta, narra la historia de Don Manuel, párroco de su pueblecito: Valverde de Lucerna. Sus habitantes se encuentran embelesados por él y le otorgan la denominación de santo. Da amor a todos, especialmente a los más desgraciados, y está totalmente entregado dar consuelo y bien morir a sus fieles.
Un día, vuelve al pueblo el hermano de Ángela: Lázaro, de ideas progresistas y anticlericales. Comienza a sentir hacia Don Manuel y el pueblo en general, desagrado y enemistad. Sin embargo, poco a poco se convierte y es entonces cuando el cura le confiesa su secreto: no tiene fé. Pese a su deseo de creer en Dios y en la vida eterna, no puede, el uso de su razón le empuja a ello. Finge ante el pueblo para que éste no sufra.
Más tarde, Lázaro, transmite el secreto a Ángela y finalmente Don Manuel, muere junto con Blasillo, el tonto del pueblo, y posteriormente Lázaro.

En su estructura externa, diferenciamos 25 fragmentos. Los 24 primeros: el relato anterior; y el último: un epílogo del propio autor, donde explica que él es un mero transcriptor del relato.

Predomina la narración frente al diálogo o la descripción, casi inexistente salvo en la figura de Don Manuel, del que tenemos alguna referencia de su ser, tal y como lo veía Ángela.

Destaca la abundancia de símiles, metáforas, metonimias… que nos obligan a prestar gran atención a toda la simbología que nos muestra. Además del uso de neologismos y arcaísmos (por ejemplo: espejar), que nos adentran al mundo rural.

El lenguaje utilizado es vehemente, es decir, sencillo (que no descuidado) y adaptado a cada personaje: Ángela, ya que no ha impartido clases de ningún tipo, posee un habla más coloquial. Lo contrario que en el protagonista, cuya forma de hablar es algo más cuidada, sin perder simpleza. Debemos añadir la incalculable cantidad de citas bíblicas que aparecen.

Al estar contado desde el presente, lógicamente, los verbos están en pasado la gran mayoría, así como ciertos saltos en el tiempo.

En la obra se rehabilita el viejo tópico del “manuscrito encontrado”, originario de Cervantes y utilizado en otras obras como “La familia de Pascual Duarte”. Este recurso dota al autor de mayor libertad, ya que todo nos llega a través de la muchacha y su opinión personal.

Los personajes están claramente seleccionados:
El nombre de Manuel recuerda al de Emmanuel, que significa “Dios con nosotros”. Así identificamos al sacerdote con Dios (de divina voz…). La novela gira en torno a la angustia de éste por no poder creer y a su comportamiento altruista defendiendo su ideal de mentira útil. Oculta su verdadero pensar por el bien ajeno.

Por otra parte, los hermanos actúan como polos opuestos. A lo largo de la historia, se van desarrollando, acercándose a la ideología del párroco.
Ángela es la testigo y transmisora de la vida del santo (hija espiritual). Es, a su vez, la narradora omnisciente, haciéndonos conocer únicamente aquello que ve y oye, incluidos sus más profundos pensamientos ante los acontecimientos ocurridos.
Lázaro, al principio, confía plenamente en su razón, desconfiando de la religión. Es un hombre racional y cosmopolita. Vuelve de América a su pueblo natal, tras la muerte de su madre, y envía a Ángela al colegio y tras finalizar, quiere que vayan a vivir a la ciudad de Madrid, porque “en la aldea […] se entontece, se embrutece y se empobrece uno” (2ºparte cap.3). No obstante, ésta actitud cambia radicalmente.

Y, por último, Blasillo, como su propio nombre indica: el tonto del pueblo. Representa la fe ciega que Don Manuel desea. Blas (“el que tartamudea”) repite constantemente las palabras del cura, como por ejemplo: “¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?”. Al morir Don Manuel, también lo hace éste, lo que simboliza la muerte del pueblo y de la fe, junto a la figura que les ha infundido este sentimiento.

Todo el texto es paradójico, es el hombre que no cree el que predica religiosidad y paraíso eterno al pueblo. Quiere ante todo dar felicidad “¡Ay, si pudiera cambiar el agua toda de nuestro lago en vino, en un vinillo que por mucho que de él se bebiera alegrara siempre…” (1ºparte cap.7)

Comos hemos ido adelantando, el tema de la obra es la inmortalidad y la fe, preocupaciones del propio autor Miguel de Unamuno. Se establece la indecisión entre la verdad trágica y dolorosa y la mentira que causa felicidad. Aparece la famosa frase de Marx: “La religión es el opio del pueblo”. (2ºparte cap.10)

El tema general es de la Historia (propio de la generación del 98, a la que pertenece el autor), más detalladamente la intrahistoria, subgénero que acuñó el escritor, que narra la vida de gente anónima en sitios apartados o desconocidos. Por eso, es fácil reconocerse en cualquiera de los personajes, haciéndonos disfrutar de su lectura.

Para finalizar, expondré mi opinión al respecto. Se trata de una novela corta pero intensa, fácil de leer y con una historia muy interesante. Te hace sentir y pensar acerca de la existencia humana y el sentido de la religión. Es un misterio que todos nos hemos preguntado alguna vez. Por ello es un tema universal que llega a todos por igual.

Trata una historia poco habitual en la insensible sociedad actual, es más propia de tiempos adversos donde la única esperanza era el morir en paz, que para el protagonista era el final de su angustia vital (con su muerte nace de nuevo), que recae en la creencia de una vida eterna y paradisíaca.

En nuestros días es impensable la existencia de un ser de la categoría del cura. Ésta obsesión por el enfrentamiento entre fe y razón está algo mas desahogada, gracias, en parte, al inmenso desarrollo económico e ideológico que hemos experimentado. No es necesaria una figura divina.

La obra nos invita a reflexionar sobre el poder de la religión en nuestras vidas, así como de cualquier otro tipo de ideología y de la posible mentira que podamos estar viviendo.

Muchos filósofos ya discutieron esto en su día tales como Kart Marx, Guillermo de Ockham, Averroes… llegando a conclusiones totalmente distintas. De ésta forma la obra nos induce a crear nuestra propia opinión sobre el tema.

Julia Sánchez Ceinós (Alumna de 2º de Bachillerato A)


DÉCIMA OPINIÓN:

San Manuel Bueno, Mártir es la última novela que escribió Miguel de Unamuno. Se trata de un texto narrativo, con un narrador testigo y en alguna ocasión un narrador transcriptor. La etapa en la que el autor escribe esta novela está marcada por la obsesión del problema de la personalidad unido al de la inmortalidad. La obra se desarrolla en un pueblo simbólico llamado Valverde de Lucerna, con un lago sin nombre y una montaña llamada “la Peña del Buitre”, que son una constante en toda la obra.
El protagonista, don Manuel, vive en constante contradicción consigo mismo. Por un lado actúa como un creyente, un hombre de fe y en su interior, lo que verdaderamente es, es una persona que ha perdido la fe y no cree en lo que predica. Esta misma contradicción que tortura al protagonista la vive Unamuno, que está en constante lucha entre lo que uno se cree y lo que verdaderamente es.
El tema principal de la obra es la angustia que siente el personaje por no creer lo que dice, ese es su martirio, convencer a los demás de algo en lo que él no cree. Sin embargo esto lo hace movido por un afán paternalista de cuidar a sus feligreses, manteniéndolos en la ignorancia, como en un sueño dado por la fe. Esto queda reflejado en la obra cuando don Manuel dice, citando a Marx, que la religión es el opio del pueblo. Al mismo tiempo que da consuelo al pueblo se consuela a si mismo por una vida sin esperanza. Por lo tanto, este hombre es partidario de mentir para evitar el sufrimiento, es lo que se conoce como una mentira vital. Esta consiste en no contar la verdad para evitar un daño o un mal mayor.
Actualmente sigue habiendo gente que piensa que este tipo de mentira es lo adecuado, ya que la verdad en ocasiones podría ser cruel innecesariamente. Algunos de estos casos pueden ser cuando se diagnostica una enfermedad incurable en una persona y la familia se lo oculta al enfermo para que este no caiga en depresión y sufra. O también, cuando los padres, para consolar a sus hijos pequeños de cualquier temor, les mienten para alejarlos del miedo.
A lo largo de la obra don Manuel hace una imitación de la forma de hablar de Jesucristo. Esto se refleja cuando se dirige a sus feligreses con frases como “ Yo no he venido a …”, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?, “Mi alma está triste hasta la muerte” o “ y yo te digo…”.
En la obra también se alude al maestro Calderón de la Barca en su obra más importante “la vida es sueño”. Calderón dice que el mayor delito del hombre es haber nacido, y ese es el pecado del protagonista, nacer.

José María Caballero Crespo ( Alumno de 2º Bachillerato A)

1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho el comentario de Almudena, pero solo una breve opinión contrario en mi escéptico ateísmo.

    En esa primera razón para dejar de lado a Dios dices " Para todos ellos, Dios no es imprescindible en sus vidas, más bien es innecesario, e incluso un estorbo ¿amor al prójimo, al enemigo, sacrificio,…? Apartemos todo esto, nos bastamos solos. Un buen ejemplo sería la eliminación de símbolos cristianos en lugares públicos, colegios, hospitales,…tema de gran actualidad en nuestro país."

    No puedo evitar una pequeña defensa al ateísmo, el cual no está basado en dejar de lado a toda una serie de buenos valores dados por un Dios todopoderoso. Está claro que muchas de las labores llevadas a cabo por la Iglesia son intachables y muy beneficiosas para la sociedad.

    Existen personas que no creen en Dios no porque se lo niegue la razón (que podría ser) ni porque les resulte incómodo, simplemente porque les parece absurdo vivir bajo un yugo moral que ellos mismos se pueden imponer.

    El ateísmo no consiste en pasar de la normas morales, del amor, de la justicia, del respeto... por supuesto que no. No significa centrarse en lo material de la existencia.

    Por otro lado, ¿no es cómodo dejarse llevar por la corriente de una religión, por una tabla de valores que te vengan impuestos en los que no tengas que pesar su validez?, es que acaso no es cómodo no tener que pararse a pensar en si lo que se hace, si o que se piensa en realmente bueno o malo dentro de tu propia ética simplemente porque ésta ya está adscrita a un patrón? ¿Es que no es cómodo no tener que pensar en la muerte, ya que se tiene un cielo prometido?

    Quiero dejar claro que no escribo esto con ánimo de ofender, sino para dejar abierto un pequeño debate.

    Yo me siento especialmente aludida, ya que soy atea y no simplemente porque la razón me lo niegue. Para mí sería muy fácil desobedecer a la razón y creer en un Dios que facilitara mi vida. Mi posición no me hace más desdichada. A mí no me hace feliz un Dios, sino que encuentro mi felicidad en muchos de los valores éticos de los que has aventurado a decir que carecemos los ateos.

    A mí me hace feliz mi familia, mis amigos, una buena conversación, ese sentimiento indescriptible cuando has ayudado a alguien de verdad, el amor, esa sensación que te invade cuando has conseguido algo por sacrificio...

    Yo soy feliz con todo eso y no porque Dios me lo diga. Como dije en mi comentario, le religión es el putnode unión fraternal de un pueblo, pero no es el único. Sí, para mí el ser humano es autosufiente ( y puede que en eso no compartamos opinión, lo que es perfectamente respetable). Pero el ser autosuficiente no es sinónimo de tirar por la borda la ética y la moral.

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