de Muriel Barbery. Ed. Seix Barral
Título curioso. ¿Puede ser elegante un erizo?. Pues sí, aunque por fuera esté recubierto de púas, cuando se despliegan en su soledad nocturna, avanzan con un desplazamiento elegante.
Comencé a leer el libro con curiosidad y, de pronto, encontré a la Sra Michel ( la portera), y el retrato que ella hace de sí misma me dejó perpleja: “Soy viuda, bajita, fea, tengo callos en los pies y un aliento que tumba de espaldas […]Rara vez soy amable, no tengo estudios, siempre he sido pobre, discreta e insignificante”.
Más adelante, nos cuenta cómo aprendió a leer sin que nadie se enterara, para “extraer del papel muerto algo que parecía vivo”. Y, poco a poco, vamos descubriendo una mujer distinta; una mujer que bajo la apariencia del erizo, esconde una gran sabiduría y que va buscando la belleza y la felicidad en las cosas pequeñas, porque aunque son efímeras, resultan únicas.
Uno de los mensajes más bellos del libro es que estar vivo es perseguir instantes que mueren. La felicidad viene “a sorbitos” y a pesar de que el día a día pueda resultar tedioso, vacío y lleno de desdichas, siempre habrá una camelia para embellecerlo.
Aparece otro personaje no menos curioso, una niña de doce años con una inteligencia fuera de lo común. Vive en el seno de una familia burguesa, pero está sola, porque no encuentra sentido a la vida. ( podríamos decir que el alma gemela de la Sra Michel). Ha fijado una fecha concreta para poner fin a su vida . Pero, según vamos pasando las páginas, vamos siendo testigos del cambio de mentalidad de esta niña. De no creer en el futuro, pasa a sentirlo como necesario para construir el presente y llega a pensar que siempre que exista la posibilidad de convertirse en lo que uno no es todavía y poder, así, mejorar el mundo, la vida tiene mucho sentido.
Un tercer personaje, Kakuro, que sirve de eslabón para unir a esas dos almas gemelas. Es la persona que hace posible encontrar momentos de felicidad en las cosas pequeñas.
En resumen, un libro original, diferente, que nos hace sonreír y ver que la vida tiene sentido.
Natividad Molinero Torres. Profesora
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