domingo, 7 de marzo de 2010

CUENTO DEL REY BAJITO

de Ana Belén Ramos y Maribel Ramos. Diputación de Badajoz

Érase una vez un hombre bajo que caminaba solo. Andandito, había llegado a la primera casa de su pueblo. Pensó: “quizás éste sea un buen lugar y se adentró”, sin meditarlo demasiado. No había ni un alma por las calles. Casi le agradó la idea de vivir en un pueblo donde no hubiera nadie. Además era un pueblo muy interesante. Él recordó cual sería su principal meta y se la repitió para comunicárselo a ese pueblo que casi no conocía. Lo más importante es subir alto, es lo que pensaba el pequeño hombre. Veamos, ¿por dónde puedo empezar? Y mientras paseaba por las calles solitarias intentaba caminar más estirado. Hacía mucho esfuerzo con el cuello, con las orejas... El pequeño hombre conseguía ser a veces hasta un pelín más alto. Desde luego no era demasiado, pero él lo sentía como una gran victoria. “Seré más alto”- se dijo a sí mismo - “no un centímetro y medio, sino incluso más”. Desde el tejado el hombrecito confirmó lo vacías que estaban las calles. Se fue hacia lo más alto del pueblo, se le vino a la cabeza un poema y lo recitó:

“Soy el tejado de una gran casa
Soy la cometa más alta
En el campanario soy la campana
Y soy la cima blanca de la montaña”.

De repente vio a una cigüeña y se enfadó porque hasta la cigüeña era más alta que él. La cigüeña quería hacer algo para remediar su tristeza y le dijo: “Te enseñaré a bailar y así olvidarás tus tristezas”. Y así fue como el hombre aprendió a bailar. Con la cigüeña, fueron hasta la plaza del pueblo, donde estaba toda la gente que él no había visto y se despidieron. Entonces vio a un señor con bigotes hablando de algo interesante. El hombrecito escuchó decir: “¡No podemos retardar más este asunto!”. Como el hombre era bajito, nadie lo veía ni él veía lo que pasaba, pero se preguntaba si podría ayudar. El señor de los bigotes continuaba diciendo: “¡Debemos elegir sin más demora un rey!”. Y todos miraban hacia abajo porque todos habían sido alguna vez reyes. Allí él hizo muchos amigos y se ofreció para ser rey diciendo que al ser bajito entendería mejor a los niños. Y así fue como llegó a ser rey y siempre estaba alegre y sonriente con los niños a los que les decía: “Algún día os leeré un cuento sobre un hombre bajito que quería ser más alto”. Fin...

Ana Isabel Cerrato Ortiz, alumna del PCPI (Peluquería)

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